¿No me dice el zamanguango que ha ido a pata a currar? Pues sí.
Resulta que había huelga de Metro y se ha vuelto loquísimo y se ha ido andando.
Ya ves, pues se ha ido con la libretilla y nos ha escrito como lo ha vivido, lo que ha visto y que conclusiones ha sacado. Ahí lo dejo.
¡Ah! A veces recordad que tenéis piernas y sirven para andar. Un abrizo.
Nicolás Husmea - A pata
Hoy es un día raro, no sé qué va a ser de mí, hay huelga de
Metro. Pero no huelga de menos trenes y eso, no… Paros totales. ¿Qué será de
mí? ¿Qué voy a hacer sin mi medio natural? Igual lloro.
Creo que seré fuerte y hoy iré andando. Sí, andando. Ya noto un sudor frío en las canillas. Pero
no puedo dejarme vencer, sé que puedo hacerlo. Va a ser toda una aventura para
mí. ¡Voy a andar por la calle, como una
persona!
Nico, piensa que va a ser algo nuevo, y que quizás disfrutes
y todo. A las malas será sólo un día, y mañana volverás a tu estación, a tu
andén, a tu tren… ¿Y si se alarga la huelga? No, espero que no.
Pues nada, soy fuerte. Abro el portal, pongo un pie en la
calle y ya noto el frescor mañanero. Cruzo la calle y ya estoy en ruta. De
momento no duele, ha sido suave. Incluso hay más gente en la calle. Si me pasa
algo puedo pedirles ayuda. Sé fuerte. Tú puedes.
Respiro hondo, me relajo y emprendo la marcha. Me como un
Donut.
Las paradas de autobús están llenas. Pero aunque estuvieran
vacías yo ahí no monto. ¿El autobús? El autobús es el enemigo. Nunca podrá
hacerle frente al metro, su tecnología, su velocidad, su puntualidad.
Las personas que van en autobús son como zombis. Se colocan
todos en fila mirando todos hacia el mismo lado. Sólo 4 o 5 afortunados pueden
sentarse en la marquesina mientras que los demás esperarán en la fila, a la
intemperie. Que desastre.
Hay un señor con gafas que lee un libro muy gordo. No puedo
saber qué libro es porque lo ha forrado con folios en blanco, para no estropear
el exterior. Lleva una bandolera cruzada con un periódico dentro, es El País.
Lleva una americana de pana y una camisa sin terminar de abotonar.
La chica de al lado masca chicle abriendo la boca todo lo
que le da la mandíbula. Escucha música mientras teclea como una loca su móvil
con orejas. Negras son sus mallas ajustadísisisimas, rosa su camisa enseñando
sujetador negro, y rosa su cinta de la coleta. En los pies unas zapatillas de
esas de bailarina tan absurdas.
A su lado una señora con gafas gordas, su pelo lacado y su
bolso bien sujeto. En lo que paso por delante se ha quejado 3 veces del
transporte público, pero la de rosa no está para tontunas, está a tope con D.J.
Perrunillo, el rey del electro-bachata-tango latino.
Podría detenerme en toda la gente de la cola, pero mejor
sigo mi camino. Dejamos esto para otro día. Me lo apunto.
Continuo a lo mío observado como todo el mundo que anda por
la calle va escuchando música. Además, andan como si nadie más hubiera en la
calle. Lo raro es que no hay colisiones entre ellos. Pasa lo mismo que en las
tiendas de ropa, en las que l@s chic@s y las mujeres/hombres parecen zombis en busca de
cerebros, e ignoran lo que les rodea. Sólo quieren llegar a su cerebro… digooo
su vestido.
Seguro que nadie se ha dado cuenta del grafiti enorme que
hay detrás del panel de señalización de la carretera. Joé, ¿quién se habrá
subido hasta ahí arriba para escribir algo? Y sobre todo para escribirlo mal.
Jugarse la vida para eso… ¿es que nadie se ha dado cuenta? ¡Que es con J! Lo
que te digo, zombis. Monge... ains.
Los coches que pasan a mi lado van todos casi vacíos, que
ineficiente. Casi todos llevan una sola persona, alguno lleva dos. Y eso que
los coches son bien grandes, que estoy en zona pija y hay que fardar de
cochaco. Ains… para eficiente mi Metro, que en un vagón podemos ir el 150% de
las personas que caben. Se me cae una lagrimita.
Llegamos al semáforo, invento donde los haya. Todos estamos
parados esperando como si se tratara de la salida de una carrera.
Algunos empiezan a pisar la carretera, mirando a lo lejos
por si pueden cruzar antes de tiempo. Revolucionan el motor pero no se atreven
a dar el paso. Todos tienen prisa. Les falta correr parados para no enfriarse.
Por fin uno se atreve a cruzar antes de tiempo. Las señoras le miran mal, los
padres y las madres les explican a los pequeños que eso está mal, que hay que
esperar al muñeco verde. Pero mientras razonan la explicación casi todos han
salido corriendo como ñus cruzando el río Mara y ven que el razonamiento
explicado les ha dejado solos en esa orilla. Todos los demás ñus han cruzado
ya, en rojo eso sí. Los malos ejemplos también son ejemplos, y el niño en
cuestión lo tiene claro: Si no está papá puedo cruzar en rojo, todo sea por la
supervivencia de mi raza de ñus.
Yo cruzo en verde, que soy legal y cívico… y porque me da
miedo, que eso en el Metro no pasa copón.
¡Ala, una bollería! Me quedo pegado al escaparate, viendo a
la gente tomarse sus delicias con un cafelín. Que de bollitos ricos. Que de
colores. Que de sabores. Que bien huele, recién hecho todo, aaargfff… En cuanto
empiezo a babear el encargado sale y me dice que si puedo dejar de salivar todo
el escaparate. Le pido perdón y sigo mi camino.
Joder hermano, todo lo que me queda es cuesta arriba. Me da
la sensación de que todo el mundo está bajando ¿Sólo subo yo? Igual estoy
haciendo algo mal… pero es que tengo que ir arriba, no hay otra.
Ha estado molón el viaje. No sé si mañana habrá huelga de
nuevo, pero me da igual porque no me he aburrido en el paseíto. ¿Estaré
cambiando? ¿Me divorciaré de mi Metro? No creo, que viene el frío. Jarl.
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