miércoles, 5 de diciembre de 2012

Patricia Quimera - La curva de la chica

De nuevo Patricia Quimera se ha puesto en contacto conmigo para mandarme un relato de los suyos, esta vez es uno llamado La curva de la chica.

¿A quién no le ha pasado alguna vez que una noche de tormenta, en una curva, se ha encontrado a una chica con pinta rara haciendo auto-stop?
¿Y quién no se ha parado a recogerla porque le daba pena?

Pues al protagonista de la historia, un tío muy pesado, si que le ha pasado. Y bueno, puedes leer lo que le pasó.



Patricia Quimera - La curva de la chica

Era de noche y viajaba con mi Clio por las oscuras carreteras secundarias de Castilla y León.
Hacía un frio de pelotas, y además estaba empezando a llover.

Estaba subiendo un puerto, con lo que la carretera empezaba a ser estrecha y las curvas se encadenaban poniendo a prueba mi pericia al volante.

A lo lejos pude ver a una muchacha haciendo autostop en una curva de casi 180º que había un poco más adelante.
Hacía mucho frío y me dio pena verle ahí, empezando a empaparse, sola, en medio de la nada.
Además, me aburría en el coche, con lo que un poco de compañía no me vendría mal.

Me paré en el arcén para coger a la muchacha, y miré por el retrovisor para ver como venía.
Traía una especie de túnica o camisón blanco un poco roto y sucio, y estaba bastante pálida. Más que andar parecía deslizarse.
Se subió al coche.

"Hola"

Vaya, tenía la voz un poco tomada. Sería del frío digo yo...

"Que pasa hermosa, ¿qué tal? Dale ahí al calorcito de la calefacción, que da gustito. ¿Dónde vas?"

La muchacha sólo miraba para adelante, y ni me contestó ni me hizo caso con lo de la calefacción.

"Que vienes, ¿de una fiesta de disfraces? Joe, pues es un poco tarde para Halloween, que estamos en Febrero ya, mira el calendario, día 2, Santa Aida y San Cándido. ¿Sabes de quién es patrón San Cándido? Yo no lo sé. Podría ser de las personas ingenuas, ya sabes, por lo de cándido..."

Ella seguía sin decir nada. Estaba palidísima, y tenía arañazos en la cara. Bueno, el trozo de cara que se le veía, porque tenía el pelo jamagoso por encima. Estaba seria seria seria.

"Que pasa, ¿que te ha comido la lengua el gato? Vamos, te ha comido la lengua y te ha arañado toda la cara, porque vas hecha un cristo chiquilla."

En esto giró la cabeza hacia mí muy despacio. Si no fuera por el ruido del coche, diría que le sonaron las bisagras del cuello.
Tenía los ojos de un color gris claro, y la cara daba un poco de miedo ahí con los arañazos y el aspecto seriote.

"Madre mía chica, ¿has cenado algo?, porque tienes un color así como paliducho...
Mira ahí detrás, en la mochila, que todavía quedan donetes y zámpate alguno. Si ahí, cógelos y de paso me das uno.
Joé, alegra esa cara, que has tenido suerte de que te encontrara, ahí tirada en la curva, en medio de la nada."

No movió un músculo, y tras un silencio incómodo empezó a hablar, con una voz así como si tuviera la cabeza dentro del váter.

"¿Ves aquella curva?"

Le miré, subiendo una ceja, y luego miré para delante.

"¿Curva? ¿Cuál? Será por curvas, que llevo 20 minutos curva pa'quí curva pa'llá, que si gira izquierda, que si gira derecha..."

"¿Ves aquella curva?" Repitió.

"Ya la hemos pasado ¿no? Joé, lo siento, pero no me he dado cuenta. ¿Qué pasa? ¿Hay algo? ¿Me doy la vuelta? Bueno no, que igual nos caemos por el barranco, y menuda gracia..."

Ella pareció enfadarse un poco, pero no era mi culpa, no estaba yo para fijarme mucho, bastante tenía con ver por donde conducía, que los limpiaparabrisas no daban abasto con tanta agua y la carretera estaba regular.

"Lo siento... eh... ¿como te llamabas? No me lo has dicho ¿verdad? ¿O sí? Joe, que mala memoria. Yo soy Francisco, pero mis amigos me llaman Fransuá. No me gusta que me llamen así, pero claro, por joder, ya sabes..."

Le miré para ver que nombre me decía, pero seguía con su cara de enfadada, toda arañada, sus ojos grises, su color paliducho y su pelo despeinado y mojado.

"¿Sabes? Yo me maté en esa curva" Dijo ella.

"¿Cómo? ¿Que tú trabajas la turba? De ahí sale el carbón vegetal ¿no? ¡No me digas que trabajas en una turbera! A, claro, por eso estabas ahí en la curva, porque estaba la turbera cerca y te han dejado tirada. Claro, por eso vas así vestida, y hueles como si estuvieras muerta, que no te lo he dicho por respeto. Pero vamos, que yo soy pocero-desatrancador, que de olores no puedo hablar, porque cuando nos metemos en una fosa séptica no veas, olor para 3 días que tengo y además..."

En eso que miré para la derecha, y la muchacha estaba abriendo la puerta del coche. Me miró con cara de asco y se tiró en marcha justo al doblar otra curva de esas de 180º del puerto.

"Hostia, esta tía está loca, seguro que se ha matado... Pues no me paro, no sea que me meta en algún lío... ¿Le habré aburrido o algo?"




2 comentarios:

  1. Bonita pero requetecontada historia. Yo soy más de la de "El chico de la recta", ese chico que te hace parar en una recta y cuando bajas la ventanilla, te da las buenas noches y te pide la documentación del vehículo...

    Eso si se merece un Juas...

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