Me contó que había estado enfermo y le había dado tiempo a recapacitar sobre la absurda falsedad que rodea todo. Mientras estuvo en cama se dio cuenta de ello. También es cierto que todo lo vio a través de sus gafas, que le dan un toque rancio y personal.
Me dio un textito para que publicara, pero claro, le tuve que invitar a una frasca. Fue con mucho gusto. Mu rico el tintito, mu rico.
Don Armando de Brevería - Absurda Falsedad
Me
siento en la misma mesa de la taberna, en el rincón oscuro de siempre, y
mientras acaricio mi barba observo a la gente a través de mis gafas, acompañado
de mi amada frasca de vino.
Desafortunadamente,
y debido a mi avanzada edad y mi maltrecha salud, me he mantenido un tiempo
lejos de mi taberna, de mi mesa, de mi frasca de vino… frasca compañera leal y
franca que nunca me has engañado y me has acompañado en mis más personales
pensamientos.
De
falsedad os escribo hoy amigos transeúntes de la taberna de los sueños. Cuanta
de ella he tenido cerca en mi lecho estos días que debido a mi salud
tambaleante visitas varias he recibido. Que falsos familiares he tenido que
capear, esos que nunca me hicieron caso y sin embargo ahora, al oler de cerca
la posible herencia venidera, han venido a decirme lo que me aprecian. Mi
sonrisa no era de agradecimiento, sino de mofa al pensar el cabreo cuando
cuenta se den que cuando mi taberna esté en otro mundo, mis monedas se habrán
quedado en ésta taberna de los sueños que frecuento, dándole vida a estas
frascas que me alargan y alegran la vida.
Y
es que esa falsedad la llevamos a flor de piel, y no se libra ni mi mesonero
favorito, ese que me pone las olivas que hacen juego con el zumo de uva.
Que
buena cara les pone a esas señoras pesadas que beben manzanilla, agua sucia y
caliente, y solamente para que no se olviden de su propina. Aunque esas señoras
rezuman falsedad cuando ponen verde a la que falta y adulan a la que está al
lado.
Falsedad
he visto a montones en la tele, viendo a un señor en pantalones cortos besando
un escudo del club de sus amores, y a la vuelta de la esquina y cuando ellos
creían que nadie les oía, o sí, airean trapos que nunca debieron salir de su
lugar.
Y
ese político con cara de haber recibido collejas de pequeño en clase y por eso
no le quedó otra que estudiar, que ahora promete, sonríe, besa niños, y
jornadas después da la vuelta como un calcetín a su promesa para decir dije
digo Diego, mire ushted.
Y
ese amigo que según te abraza para llamarte “amigo” ve un Euro pasar por encima
de su cabeza, y no duda en pisar la tuya para que ese Euro no se le escape.
Pero
no vayamos muy lejos, ya que yo mismo que me erijo como adalid de la perfección,
soy sin embargo…soy… sí, soy perfecto, viejo pero perfecto ;).
No
voy a hablar de la falsedad de Navidad, que eso ya pasó y ya fue contado.
Pero
si de ella, de Fuencisla, mi primer amor, y el que yo pensaba que sería mi amor
para siempre… pero no, me engañó con el Tobías, el hijo de la Reinalda. Qué bien me engañaba
la jodía cuando decía que iba a la lechería a por un cuartillo, y venía
sofocada y sonrojada. Durmió varias noches sobre su almohada de falsedad. Tonto
de mí. De ahí aprendí que, con mi cara, para tocar pelo tenía que falsear mi
identidad.
¿Cuantas parejas que vemos que aparentan felicidad, viven con la mentira de los cuernos encima? Pues son capaces de decir que nunca lo harían, cuando ayer mismo retozaban con otro/a... te declaran su amor, pero viven con otra persona ¿Por qué? Porque así han firmado en un contrato absurdo. Absurda falsedad.
¿Cuantas parejas que vemos que aparentan felicidad, viven con la mentira de los cuernos encima? Pues son capaces de decir que nunca lo harían, cuando ayer mismo retozaban con otro/a... te declaran su amor, pero viven con otra persona ¿Por qué? Porque así han firmado en un contrato absurdo. Absurda falsedad.
¿Acaso
nunca has soltado una sonrisa falsa a tu jefe para caerle bien? A sus pies
señor jefe, a sus pies… ¡anda y váyase usted a freírla! Es lo que realmente estabas
pensando malandrín…
Yo
a mi edad no puedo perder el tiempo en inventarme sonrisas y palabrejas. Por
eso te digo a ti, sí, a ti, el que está leyendo esto: ¡Péinese un poco por
favor, péinese!
¡Mesonero,
una frasca! Y si me sonríes, me das coba y me das olivas, te dejo una moneda de
regalo.
Y
es que a veces necesitamos un poco de esa falsedad para sentirnos bien. Eso si,
no se te ocurra pensar no vayas a desenmascararla, que pensar es malo. Y si no
acordaros del tío Genaro, que de tanto pensar se le achicharró la puta cabeza y
mató al hijo del cura.
Ahora
que veo mi careto reflejado en el vaso, me acuerdo de estas palabras que canta
un buen grupo asturiano:
Otra vez miro el espejo sin ver que sólo soy el reflejo de aquel
que me quiere envolver.
Nunca he gastado el tiempo en pensar que siento en realidad, creo
que los gestos de otro recorren mi piel.
Y es que ¿qué porcentaje de nosotros mismos somos realmente
nosotros y qué porcentaje es falsedad y careta?
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