domingo, 9 de febrero de 2014

Don Armando de Brevería - Absurda Falsedad

Seguro que habréis notado la ausencia de Don Armando de Brevería. Hace mucho tiempo que no sabía nada de él, hasta el otro día que fui a la taberna de los sueños y le vi allí sentado, observando y bebiendo.

Me contó que había estado enfermo y le había dado tiempo a recapacitar sobre la absurda falsedad que rodea todo. Mientras estuvo en cama se dio cuenta de ello. También es cierto que todo lo vio a través de sus gafas, que le dan un toque rancio y personal.

Me dio un textito para que publicara, pero claro, le tuve que invitar a una frasca. Fue con mucho gusto. Mu rico el tintito, mu rico.




Don Armando de Brevería - Absurda Falsedad


Me siento en la misma mesa de la taberna, en el rincón oscuro de siempre, y mientras acaricio mi barba observo a la gente a través de mis gafas, acompañado de mi amada frasca de vino.

Desafortunadamente, y debido a mi avanzada edad y mi maltrecha salud, me he mantenido un tiempo lejos de mi taberna, de mi mesa, de mi frasca de vino… frasca compañera leal y franca que nunca me has engañado y me has acompañado en mis más personales pensamientos.

De falsedad os escribo hoy amigos transeúntes de la taberna de los sueños. Cuanta de ella he tenido cerca en mi lecho estos días que debido a mi salud tambaleante visitas varias he recibido. Que falsos familiares he tenido que capear, esos que nunca me hicieron caso y sin embargo ahora, al oler de cerca la posible herencia venidera, han venido a decirme lo que me aprecian. Mi sonrisa no era de agradecimiento, sino de mofa al pensar el cabreo cuando cuenta se den que cuando mi taberna esté en otro mundo, mis monedas se habrán quedado en ésta taberna de los sueños que frecuento, dándole vida a estas frascas que me alargan y alegran la vida.

Y es que esa falsedad la llevamos a flor de piel, y no se libra ni mi mesonero favorito, ese que me pone las olivas que hacen juego con el zumo de uva.

Que buena cara les pone a esas señoras pesadas que beben manzanilla, agua sucia y caliente, y solamente para que no se olviden de su propina. Aunque esas señoras rezuman falsedad cuando ponen verde a la que falta y adulan a la que está al lado.

Falsedad he visto a montones en la tele, viendo a un señor en pantalones cortos besando un escudo del club de sus amores, y a la vuelta de la esquina y cuando ellos creían que nadie les oía, o sí, airean trapos que nunca debieron salir de su lugar.

Y ese político con cara de haber recibido collejas de pequeño en clase y por eso no le quedó otra que estudiar, que ahora promete, sonríe, besa niños, y jornadas después da la vuelta como un calcetín a su promesa para decir dije digo Diego, mire ushted.

Y ese amigo que según te abraza para llamarte “amigo” ve un Euro pasar por encima de su cabeza, y no duda en pisar la tuya para que ese Euro no se le escape.
Pero no vayamos muy lejos, ya que yo mismo que me erijo como adalid de la perfección, soy sin embargo…soy… sí, soy perfecto, viejo pero perfecto ;).

No voy a hablar de la falsedad de Navidad, que eso ya pasó y ya fue contado.
Pero si de ella, de Fuencisla, mi primer amor, y el que yo pensaba que sería mi amor para siempre… pero no, me engañó con el Tobías, el hijo de la Reinalda. Qué bien me engañaba la jodía cuando decía que iba a la lechería a por un cuartillo, y venía sofocada y sonrojada. Durmió varias noches sobre su almohada de falsedad. Tonto de mí. De ahí aprendí que, con mi cara, para tocar pelo tenía que falsear mi identidad.

¿Cuantas parejas que vemos que aparentan felicidad, viven con la mentira de los cuernos encima? Pues son capaces de decir que nunca lo harían, cuando ayer mismo retozaban con otro/a... te declaran su amor, pero viven con otra persona ¿Por qué? Porque así han firmado en un contrato absurdo. Absurda falsedad.

¿Acaso nunca has soltado una sonrisa falsa a tu jefe para caerle bien? A sus pies señor jefe, a sus pies… ¡anda y váyase usted a freírla! Es lo que realmente estabas pensando malandrín…

Yo a mi edad no puedo perder el tiempo en inventarme sonrisas y palabrejas. Por eso te digo a ti, sí, a ti, el que está leyendo esto: ¡Péinese un poco por favor, péinese!
¡Mesonero, una frasca! Y si me sonríes, me das coba y me das olivas, te dejo una moneda de regalo.

Y es que a veces necesitamos un poco de esa falsedad para sentirnos bien. Eso si, no se te ocurra pensar no vayas a desenmascararla, que pensar es malo. Y si no acordaros del tío Genaro, que de tanto pensar se le achicharró la puta cabeza y mató al hijo del cura.
Ahora que veo mi careto reflejado en el vaso, me acuerdo de estas palabras que canta un buen grupo asturiano:

Otra vez miro el espejo sin ver que sólo soy el reflejo de aquel que me quiere envolver.
Nunca he gastado el tiempo en pensar que siento en realidad, creo que los gestos de otro recorren mi piel.

Y es que ¿qué porcentaje de nosotros mismos somos realmente nosotros y qué porcentaje es falsedad y careta?






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